Me abrazo a mi bufanda de colores, cojo la bici del aparcabicis de mi plaza y me lanzo a por un nuevo día. El amanecer me pilla pedaleando sobre el Ebro. Tengo varias rutas para llegar al trabajo y voy cambiando según el estado de ánimo. Hay días que me gusta contemplar la ciudad desde lo alto, con perspectiva, mientras dejo que el cierzo me enrede los pensamientos. Esos días cruzo por el puente de Las Fuentes, y veo a lo lejos las torres del Pilar y los barrios que se asoman al río. Mi ruta más habitual es por el puente de Hierro. Adelanto a grupos de chavales que van al instituto y me meto de lleno en el bullicio de la ciudad. De todos los puentes, mi preferido es el de Piedra. Desde él se contemplan los atardeceres más mágicos antes de volver, pedaleando, a casa.